Cuando discutas con alguien, empieza destacando las cosas en las que estás de acuerdo. Acentúa que ambos tendéis al mismo fin y que la única diferencia es el método y no el propósito.
El emisor hábil obtendrá desde el principio una serie de “síes” como respuesta.
Si hacemos que nuestro interlocutor diga “no” en un comienzo, necesitaremos la sabiduría y la paciencia de los ángeles para transformar esa negativa en una afirmativa.
Discutir no da beneficios, es mucho más provechoso e interesante mirar las cosas desde el punto de vista del interlocutor, y hacerle decir “sí, sí” desde un principio.
Sócrates cambió radicalmente todo el curso del método humano. Se le honra como a uno de los hombres más hábiles para persuadir a los demás. Su técnica (llamada ahora “método socrático”) se basaba en obtener una respuesta de “sí, sí”. Hacía preguntas con las que su interlocutor tenía que estar forzosamente de acuerdo. Iba ganando una afirmación tras otra, hasta que tenía un montón de “síes” a su favor. Seguía preguntando, hasta que por fin, casi sin darse cuenta, su adversario se veía llegando a una conclusión que pocos minutos antes habría rechazado enérgicamente.
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